Hoy sólo seis de aquellas familias permanecen enrocadas en sus viviendas, con sus contratos vencidos pero pagando las rentas con regularidad al administrador de la finca y aferradas al remoto sueño de que su casero acceda a venderles el inmueble, algo que le han planteado, para constituir una cooperativa en cesión de uso y ser dueñas de su futuro habitacional. Sin embargo, no parece que la propiedad contemple esa posibilidad. Muy al contrario, acaba de redoblar la presión sobre estos vecinos para lograr que se vayan comenzando molestas obras en todos los pisos que han logrado ir vaciando, una acción que los inquilinos califican como «acoso inmobiliario» y que aseguran realizan sin las licencias correspondientes.
José Ferreira denuncia que la estrategia que sigue EREM Si20 en su edificio es la metodología habitual que emplea este tipo de empresas cuando se encuentran con la negativa de unos vecinos a abandonar sus casas. «Provocando incomodidad, molestias y trastornos en nuestra cotidianidad están tratando de fracturar la voluntad de los que hemos decidido quedarnos y resistir. Lo siguiente será enviar a una empresa de desokupación para echarnos. Es su estrategia, sabemos que han actuado de igual forma en otros inmuebles. Podrían iniciar una vía judicial para nuestro desahucio pero saben que eso lleva tiempo, por lo que prefieren optar por esta especie de acoso, mientras nos ignoran y rechazan negociar colectivamente con nosotros, que tenemos derecho a quedarnos en nuestro piso hasta que, al menos, un juez no indique lo contrario». En Lavapiés, residentes del número 7 de la calle Tribulete denunciaban a través de las redes sociales, hace unos días, una situación similar de acoso inmobiliario en el particular vía crucis por el que atraviesan.
La compra de edificios enteros de un solo dueño por parte de entramados empresariales y fondos buitre, que pasan a expulsar a los inquilinos de los mismos para ganar mucho más dinero con nuevos alquileres, muchos de los cuales serán de temporada o turísticos, es un fenómeno habitual en Madrid. En Lavapiés encontramos ejemplos como el ya citado de Tribulete 7, los conocidos de Buenavista 25 y Zurita 22 o el más reciente de Mesón de Paredes 88. Todos estos bloques, al igual que el de San Ildefonso 20, se han declarado en lucha y, con la ayuda del Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Madrid han decidido quedarse y plantar batalla a sus caseros pese a la llegada de burofaxes con los que se les empuja a marcharse.
A los vecinos de San Ildefonso 20 se les pudo ver en la manifestación que el pasado sábado recorrió el centro de Madrid demandando, entre otras cosas, una rebaja y una limitación del precio de los alquileres de vivienda. En ella se hicieron presentes tras una pancarta en la que abogaban por soluciones cooperativistas para todos.