Las próximas piedras de la memoria que se colocarán en Embajadores en recuerdo de 5 vecinos del barrio
Una de las nuevas 'stolpersteine' que hay en Lavapiés-Embajadores | XLAVAPIÉS Cada stolpersteine que se coloca en la calle, delante del portal de un edificio, habla del vecino o vecina que nació y vivió en ese lugar y que acabó en un campo de concentración nazi. Son piedras que luchan contra el olvido gracias a la iniciativa de la fundación creada por el alemán Gunter Demnig y a sus voluntarios. En Madrid son Isabel Martínez y Jesús Rodríguez los encargados de organizar estos actos de homenaje. En Lavapiés-Embajadores hay ya 13 de estas pequeñas baldosas doradas y en el último pleno de la Junta de Centro se ha dado el visto bueno a que en el distrito se coloquen 7 más, estando 5 de ellas en este barrio, por lo que en breve sus calles sumarán 18 stolpersteine. Son las correspondientes a Miguel Bertol García (Embajadores 23 -antiguo 27-), Ricardo Cuenca Zamora (Huerta del Bayo 4 -antiguo 6-), Pedro Pallarés Ferrer (Santa Anta 25 – antiguo 29-31-), Antonio Paredes Martínez (Embajadores 4) y Ángel Trevijano García (Santa Ana 16 -antes 18-). Fuera ya de Embajadores, aunque también en Centro, se colocarán otras dos stolpersteine en memoria de Jesús Velasco Echave (calle Madera 47 -antiguo 49-) y Manuel Manzanares del Val (Don Pedro 5). Son los mismos familiares de estas personas, víctimas del nazismo y del fascismo, los que financian los 132 euros que cuesta la producción y colocación de las stolpersteine. Entre 600 y 700 vecinos de Madrid acabaron en campos de concentración. Alrededor de 9.000 españoles sufrieron idéntica suerte. La mayoría se habían exiliado a Francia huyendo de las represalias del bando nacional al acabar la Guerra Civil o durante la contienda. Muchos cruzaron los Pirineos en el invierno de 1939, acabando en campos de detención franceses primero y, luego, en campos de exterminio alemanes. El gobierno franquista no quiso saber nada de los capturados por los nazis en Francia. Dijo que ya no eran españoles. Convirtiéndolos en apátridas se facilitó que acabaran en campos de concentración. LOS NUEVOS HOMENAJEADOS EN LAVAPIÉS LAS 13 ‘STOLPERSTEINE’ QUE YA ESTÁN EN LAS CALLES DEL BARRIO STOLPERSTEINE
En Abades 22 se vive con estrecheces: así es el segundo edificio más angosto de Madrid
Decir que en el número 22 de la calle Abades se vive con estrecheces no es metáfora alguna sino simple constatación de un hecho: el edificio que se levanta en dicha ubicación tiene tan solo 2,83 metros de anchura, lo que lo convierte en el segundo más angosto de los que se conservan en pie en la ciudad. Tan solo superado por el inmueble situado en el número 24 de la calle de San Vicente Ferrer, en el barrio de Universidad, que con sus 2,40 metros de fachada se lleva la palma en este ránking, se trata de una construcción de 1880, según figura en el catastro, con cuatro alturas que se alzan sobre una parcela de sólo 49 metros cuadrados. Fachada del edificio del número 22 de la calle Abades | Foto: A.P En cada planta hay una vivienda de 35 metros cuadrados, con 12 metros de elementos comunes, y en el bajo, un local comercial de 19 metros y la puerta de acceso a las viviendas. En la parte inferior izquierda de esta imagen del Visor Urbanístico de Madrid se aprecia lo diminuto de la edificación
El teatro Pavón, tal y como lo fotografió Luis Lladó hace casi 100 años
Luis Lladó (Barcelona, 1874-México, 1946) fue un fotógrafo que durante el primer tercio del siglo XX estuvo a sueldo de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid y del Patronato Nacional de Turismo y colaboró con publicaciones como la revista Arquitectura, entre otras. El Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS-CSIC) acaba de difundir, digitalizados, los 5.879 negativos fotográficos que custodia de sus trabajos, producidos entre 1900 y 1939, y que están disponibles para su consulta en el portal Simurg. La mayoría de sus imágenes muestran patrimonio artístico y arquitectónico, vistas de paisajes y ciudades, retratos, industria y maquinaria. Entre todas ellas podemos encontrar una serie que dedicó al Teatro Pavón, gracias a las cuales podemos ver cómo lucía este emblemático lugar del actual Embajadores-Lavapiés en fechas muy próximas a las de su construcción, hecho que tuvo lugar entre los años 1924 y 1925. El CSIC data estas imágenes entre los años 1925 y 1936. Fachada del Teatro Pavón, 1925 | Luis Lladó, Archivo del Centro de Ciencias Humanas y Sociales Vista de la platea y de los palcos desde el escenario | Luis Lladó, Archivo del Centro de Ciencias Humanas y Sociales Cafetería del Teatro Pavón | Luis Lladó, Archivo del Centro de Ciencias Humanas y Sociales Vista del bar | Luis Lladó, Archivo del Centro de Ciencias Humanas y Sociales Anfiteatro y palcos | Luis Lladó, Archivo del Centro de Ciencias Humanas y Sociales Platea y palcos | Luis Lladó, Archivo del Centro de Ciencias Humanas y Sociales Vista del bar | Luis Lladó, Archivo del Centro de Ciencias Humanas y Sociales Anfiteatro, palcos y escenario | Luis Lladó, Archivo del Centro de Ciencias Humanas y Sociales Fachada del Pavón desde calle Embajadores, 1925 | Luis Lladó, Archivo del Centro de Ciencias Humanas y Sociales SOBRE EL PAVÓN
La matanza que el 30 de octubre de 1936 sucedió en Lavapiés
El 30 de octubre de 1936 cayeron las primeras bombas lanzadas sobre la ciudad de Madrid por parte de la aviación del sublevado bando nacional. Una de ellas alcanzó de pleno al edificio del número 9 de la calle Espada provocando una matanza entre quienes hacían cola delante de lo que por aquel entonces era La Gota de Leche, una institución municipal benéfica que brindaba atención sanitaria a madres de lactantes y proporcionaba gratuitamente leche esterilizada y sueros. La prensa de la época habla de decenas de muertos, entre ellos 60 niños. Las imágenes de aquella carnicería fueron portada de periódicos de todo el mundo. Una de ellas, la de una niña de Lavapiés muerta, llamada María Santiago, se utilizó como cartel propagandístico antifascista, sirviendo entonces para la movilización internacional de brigadistas de numerosos países a favor de la República y convirtiéndose más tarde en icono del sufrimiento de la población civil. Hoy, en el número 9 de la calle Espada se encuentra la Escuela Infantil Rosalía Rendú. No hay en la fachada placa alguna de memoria histórica que recuerde lo que sucedió hace 87 años.
La ‘invisible’ placa que recuerda el anterior nombre de la plaza General Vara de Rey
Placa en honor a Antonio Zozaya, situada sobre el Bar Santurcee | xLavapiés Entre 1927 y 1941 la actual plaza General Vara de Rey se llamó de Antonio Zozaya, tal y como recuerda la placa que aún hoy pervive, entre el ruido visual de la ciudad, en el número 4 de esa plaza, sobre el popular Bar Santurce. Zozaya (Madrid, 1859 – México, 1943), intelectual republicano de izquierdas, lo tenía todo para que los vencedores de la Guerra Civil trataran de borrarlo de la historia y, aunque lo hicieron desaparecer del callejero de la ciudad, no se sabe por qué olvidaron destruir su placa, que fue sufragada en su día por suscripción popular, tal y como se puede leer hoy en la misma. En 1927, con Zozaya en vida, una comisión de relevantes literatos solicitó al Ayuntamiento que se le dedicara una calle “por su amplia labor periodística” (publicaría más de 8.000 a lo largo de su vida) y así fue como se decidió que la explanada conocida como del Cerrillo del Rastro, surgida tras la demolición de varios mataderos, llevara su nombre. Placa que daba nombre el nombre de Zozaya a la actual plaza Vara de Rey Antonio Zozaya fue, además de periodista, jurista y escritor. Fundó varios periódicos, así como la Biblioteca Económica Filosófica -para poner la gran cultura al alcance de las clases menos favorecidas- y el partido Izquierda Republicana. En 1936 recibió una de las primeras Medallas de Madrid y, entre otros premios y distinciones, hasta se hizo merecedor de la Medalla de la Legión de Honor en Francia. Cuenta su bisnieta, la historiadora María Zozaya, que la producción periodística de su antepasado se centró en “denunciar las desigualdades del sistema” y que entre sus temas recurrentes estaban “la injusticia ante las capas populares, la explotación de los obreros, la discriminación de las mujeres y la mala situación de los pobres o presos”. Nacido en la calle Atocha, la muerte le llegó a Zozaya en el exilio mexicano después de abandonar España tras la Guerra Civil. Podríamos considerar la placa que en su honor sigue en el barrio un segundo vestigio republicano que ha sobrevido a la Dictadura en el espacio público de Lavapiés-Embajadores, aunque este sea mucho más discreto que el de la descarada y conocida fuente de Cabestreros.
Las imponentes columnas de las Colecciones Reales que un día estuvieron en Lavapiés
Columnas del antiguo retablo de la Iglesia del Real Patronato del Hospital Virgen de Montserrat | xLavapiés De lo primero que ven todas las personas que se acercan a visitar la muy recomendable y reciente Galería de las Colecciones Reales, junto al Palacio Real, son 4 descomunales columnas churriguerescas de madera, de 6 metros de altura y 600 kilos de peso. Realizadas entre 1674 y 1678, las piezas formaron parte del retablo de la Iglesia del Real Patronato del Hospital Virgen de Montserrat, el cual se abrió en 1658 en la glorieta de Antón Martín, donde estuvo hasta su derribo en 1903. Cuesta creer que estos majestuosos gigantes tuvieran cabida durante siglos en el entorno de un barrio tan popular como el de Lavapiés. El mencionado hospital, conocido también como ‘de los aragoneses’, tuvo otra ubicación anterior a la de Antón Martín en el barrio durante casi 40 años: desde 1616, una casona de campo situada donde después se levantaron las Escuelas Pías de San Fernando. Aquella propiedad fue cedida para tal fin a Felipe III por el catalán Gaspar de Pons, junto con 5000 ducados, y solo daba socorro a los naturales de los reinos de la Corona de Aragón.