Un vídeo publicado en la cuenta de instagram de este periódico, mostrando el ruido que los trolleys de una nutrida procesión de turistas provocaba en una pequeña calle del Lavapiés profundo como es Esperanza lleva más de 400.000 reproducciones, generando una intensa conversación formada por varios cientos de comentarios en la que queda de manifiesto que la convivencia vecinos-visitantes no es sencilla y, al mismo tiempo, que existe una seria división de opiniones entre quienes prefieren que su descanso y su ciudad no esté en venta y los que creen que el beneficio económico que reporta el turismo justifica los inconvenientes que genera.
Madrid o, al menos, muchos puntos de la ciudad -Lavapiés incluido-, se mueve desde hace tiempo en un escenario de turistificación, que es lo que genera conflicto: una excesiva presencia en el espacio e infraestructuras públicas de visitantes, una masificación que no sabe de equilibrios y que afecta a múltiples sectores clave de la vida de la población residente, de los vecinos de un lugar.
El ruido de los trolleys que se aprecia en el vídeo no es más que una metáfora de las molestias y problemas transversales y más graves que genera el modelo turístico que prevalece -más que el turismo en sí- y que es, realmente, contra lo que claman las pintadas del tipo ‘Fuera turistas’ y las pegatinas ‘Fuck Airbnb’ que periódicamente aparecen tanto en Lavapiés como en otros puntos calientes de la ciudad.
MÁS VISITANTES
Recién acabado el mejor curso turístico de la historia de la capital (11,2 millones de visitantes en 2024, un 5,5% más que el año anterior, según datos oficiales del Ayuntamiento) y en la semana en la que ésta acoge FITUR -la mayor feria de sector con 250.00 visitantes y presencia de 156 países-, las autoridades ya han dicho que quieren atraer todavía a más visitantes.
Las razones exhibidas para alimentar ese ansia de acaparar cada vez más turistas son siempre meramente económicas. La titular del Área Delegada de Turismo, Almudena Maíllo, presume de que «el turismo supone el 12 % del PIB de la ciudad» y que el gasto internacional en la capital alcanzó el año pasado los 16.141 millones de euros, «un 21,1 % más que en 2023».
El Instituto Nacional de Estadística, con datos del pasado noviembre, indica que el empleo en los establecimientos hoteleros de Madrid creció un 4,6 %. El Ayuntamiento pone cifra a esa tasa: el sector hotelero tiene 13.491 trabajadores empleados.
Desde Cibeles también se aporta otro dato significativo: «el sector hotelero de Madrid creció en 66 nuevos establecimientos hoteleros entre septiembre de 2023 y septiembre de 2024, sumando un total de 942 hoteles abiertos«.
Madrid se ha colocado como segundo destino urbano más atractivo del mundo, según Euromonitor. El número de visitantes internacionales suponen ya el 56% de los turistas totales que visitan la ciudad, con un aumento del 8,8% con respecto a 2023. «Estados Unidos, seguido de Italia, Francia, Reino Unido, México, Alemania, Portugal y China, son los mercados emisores más importantes».
Maíllo afirma que «la estrategia turística de Madrid está funcionando, atrayendo un turismo de calidad«. Con ese objetivo de que la capital siga creciendo turísticamente, las líneas que baraja el Consistorio pasan por abundar en la «desestacionalización (turistas todo el año), la descentralización (repartir visitantes por la ciudad), la innovación turística y el turismo experiencial«, según el Ayuntamiento.
¿CUÁNTOS TURISTAS CABEN EN MADRID?
En medio de toda esta eufórica orgía de cifras, los peros del modelo turístico están siendo ignorados oficialmente. No hay debate al respecto sobre la mesa, ni en los despachos de Cibeles ni en las múltiples ponencias de estos días de Fitur.
De esa parte silenciada hemos querido hablar con Pedro Bravo, escritor y periodista que investiga sobre temas sociales, medioambientales y urbanos y autor, entre otros títulos, del ensayo Exceso de equipaje. Por qué el turismo es un gran invento hasta que deja de serlo (DEBATE, 2018).
Con 11,2 millones de visitantes en 2024 y un crecimiento del 5,5% con respecto a 2023, ¿cuántos turistas más caben en un Madrid que, en ocasiones, vemos ya que se desborda?
Por un lado, medir los impactos del turismo sólo con números me parece peligroso, tanto si se hace para celebrarlo como si se hace para criticarlo. Como todo tema complejo, creo que conviene observarlo con prudencia y apertura a los matices. En cualquier caso, turistas en Madrid caben los que quieras… según sea lo que entendamos cada uno por Madrid. Si entendemos Madrid sólo como un espacio físico, calles y edificios, bares y museos, caben muchos. Si entendemos Madrid como una marca, un producto al que se atribuye unos valores y atributos para venderlo por todo el mundo, hay sitio para muchos más. Si entendemos Madrid como lo que yo creo que es -como lo que creo que es cualquier ciudad-, es decir, como una comunidad de personas que han convivido, conviven y quieren seguir conviviendo en un lugar -una convivencia que es responsable del relato y el imaginario que produce la tracción-, habría que replantearse el modelo de crecimiento. El éxito de Madrid como ciudad marca es al mismo tiempo su fracaso como ciudad. Lo es porque se están rompiendo los lazos de vecindad y la gente está siendo expulsada de los barrios ‘de éxito’ en un proceso que se contagia por todas partes, tanto a otros barrios que van acogiendo turistas como a los que llegan los expulsados, expulsando a su vez a los residentes históricos. La turistificación provoca gentrificación. Es un fracaso, también y entre muchas otras cosas, porque cuanto más crezca el turismo en la ciudad más anulará otros posibles modelos productivos y más dependencia se creará de él, algo muy poco recomendable para la subsistencia de cualquier lugar.
Los datos económicos del turismo lo presentan como algo inapelable: 13.500 trabajadores en el sector hotelero de Madrid, genera el 12% del PIB de la ciudad… ¿Estas cifras lo justifican todo? ¿Se debería tener en cuenta algo más que el dinero?
Yo no creo que esos datos sean inapelables porque, como decía antes, ver sólo las grandes cifras puede ser perderse los detalles, que son muy importantes. ¿Cuánto cobran esos trabajadores? ¿Pueden todos vivir con su salario? Sé que hay un convenio pero, ¿cuántos están contratados a través de una ETT y, así, tienen unas condiciones no sujetas a ese convenio? ¿De qué manera influye la expansión del turismo por la ciudad en el coste de la vida (vivienda pero también alimentación, ocio, restauración) y, por tanto, en la posibilidad de tener una vida digna de los trabajadores del sector? ¿Cuánto de ese PIB se queda realmente en la ciudad? ¿Alguien ha hecho bien las cuentas, quién ha medido el beneficio real del turismo en los trabajadores del sector y en los ciudadanos, más allá de las grandes empresas y fondos que controlan el sector? ¿Por qué los administradores de lo público tienden cada vez más a justificar sus acciones con unas cifras y medidores que parecen más empresariales que sociales y pasan así por encima de las vidas de los ciudadanos que, se supone, tienen que mejorar con su gestión? Yo creo que, en el mundo en que vivimos, el dinero es muy importante, pero que hay que empezar a contarlo de otra manera.
El Ayuntamiento indica que va a por más y apuesta por desestacionalizar, descentralizar, la innovación turística y el turismo experiencial para seguir creciendo en visitantes. ¿Qué opinas de esas líneas?
En este tema, como en muchos otros, los administradores de lo público tienden a repetir cosas que les han contado o que han visto en una presentación de un consultor, de alguien de una patronal, del sector privado, en definitiva. Y lo hacen a veces sin tener mucho conocimiento y, en cualquier caso, de una forma acrítica. Es verdad que el turismo en Madrid está muy centralizado, pero la experiencia descentralizadora en otros lugares sólo extiende los problemas. ¿Es el turismo en Madrid estacional? Los indicadores dicen que es la región española con una estacionalidad más baja, lo cual es lógico si reparas en sus atractivos y oferta, que no es precisamente de sol y playa. Lo del turismo experiencial es otro tópico absurdo, un argumento de venta, un pleonasmo. El turismo es por definición experiencial y en una ciudad, mucho más. En cuanto a lo de la innovación, pasa un poco como cuando hablan de turismo de calidad, que suele referirse a aumentar la rentabilidad de las empresas turísticas sin que eso repercuta en los trabajadores o en la ciudadanía.
¿Cuál es la factura que pagaremos los madrileños por esta buena racha del sector en la capital?
Las facturas que estamos pagando los madrileños son muchas, diversas y complejas, no todas son por el aumento del turismo, aunque algunas sí. Como los habitantes en muchas otras ciudades, estamos viviendo un proceso por el que el mismo concepto de ciudad se está desvaneciendo. Ahora la ciudad es una marca, una empresa, un plató para rodajes, una agencia de eventos, un atractivo turístico, pero cada vez es menos ciudad. Esto es más que una alegoría, supone un impacto en nuestra economía, nuestra cohesión social y, en definitiva, en nuestra vida.
Dice el Ayuntamiento que su objetivo es captar el turista internacional y de calidad… ¿Es posible impedir la llegada de todo tipo de turista, sería incluso reprochable moralmente?
Cuando se dicen esas cosas se suelen referir a que van a hacer lo posible para potenciar ese tipo de turismo, facilitando el trabajo a las empresas e inversores, pero no que sólo vaya a ser eso. En Madrid conviven los hostels de Lavapiés con los hoteles de cinco estrellas y seguirá siendo así porque en todo ello hay grandes rentabilidades para las empresas del sector. Lo del “turismo internacional y de calidad” es, como he dicho antes, un espejismo conceptual. Para Madrid es fundamental el turismo nacional y hasta regional, que es el que llena la ciudad los puentes o las calles cuando hay que ver las luces de Navidad o cosas así. Lo que vienen a decir los mensajes del Ayuntamiento y la Comunidad es que no se están planteando de ninguna manera los problemas que puede generar el modelo turístico en la ciudad y que sólo van a trabajar para facilitar el trabajo de las empresas, especialmente de las grandes, sean nacionales o extranjeras, que operan aquí o que quieran hacerlo.
En 2018 ya analizaste en tu libro Exceso de equipaje el ‘problema ’ del éxito turístico en ciertas ciudades, ¿cómo crees que ha evolucionado el tema en Madrid en estos años?
Pues ha ido a muchísimo más, claro. Tras el parón de la pandemia, en todo el mundo la gente —la gente que puede, que siguen habiendo, y cada vez más, muchas personas que no pueden— se ha puesto a viajar como loca y las administraciones, haciendo un poco de doctrina del shock, han facilitado el crecimiento. Y en este contexto, efectivamente, Madrid se ha puesto, perdón por la expresión, de moda. Uno de los problemas de este éxito es que a esta ciudad se viene para vivir una experiencia que tiene que ver con la forma de vida y ésta se va perdiendo a medida que va llegando más y más gente de visita. Una de las clásicas paradojas del éxito turístico.