Cafetería de Lavapiés en la que se desarrolla la entrevista con las víctimas de la agresión homófoba
El pasado 21 de diciembre N.S. y C.D. se dirigían a disfrutar de un espectáculo teatral en Lavapiés sin sospechar que horas más tarde acabarían en urgencias hospitalarias e interponiendo una denuncia en comisaría como víctimas de un violento ataque homófobo cuyas secuelas arrastran a día de hoy, cuando por fin se sienten con algo de fuerzas para exponer públicamente lo que les sucedió.
«Lo que no se cuenta ni se sabe ni se ve», afirman desde la sensación que dicen tener de que todas las personas del colectivo LGTBI van a ir pasando por un episodio similar, un presentimiento nada descabellado si nos fijamos en las estadísticas que arrojan estudios como el de la Federación Estatal LGTBI+, presentado el pasado 17 de mayo con motivo del Día contra la LGTBIfobia, y en el que se asegura que un 40 % de las personas pertenecientes al colectivo ha sufrido algún acto de odio en los últimos 5 años, contabilizando 57.000 agresiones físicas o sexuales en ese mismo periodo de tiempo.
SUCEDIÓ EN LAVAPIÉS
La particular pesadilla de N.S. y de C.D. comenzó cuando un coche aceleró bruscamente entre Torrecilla del Leal y Buenavista en el momento en el que trataban de cruzar la calle. A sus quejas por la velocidad del vehículo el conductor del mismo respondió con insultos y frases del tipo «estoy en mi barrio y hago lo que quiero», relatan.
Hubo entonces una pequeña discusión entre ellos que fue a más cuando el citado conductor dejó su coche en un garaje de la calle Zurita y se encaró violentamente con la pareja al grito de «maricones, a ver si os morís de sida«, para proseguir con pretendidos insultos y frases del tipo «sociatas, comunistas… Nos tenéis en una dictadura».
Queriendo evitar ya la confrontación, N.S. y C.D. aseguran haberse dirigido entonces hacia el Teatro del Barrio (Zurita 20), que era su destino, hacer cola para recoger sus entradas y salir a la puerta del local mientras comenzaba la función.
Fue en ese instante cuando apareció nuevamente en escena el mencionado sujeto -un hombre bien vestido, de entre 45 y 50 años-, quien fue a buscarlos para continuar con su ataque verbal y, esta vez sí, agredirlos también físicamente.
A N.S. le dio un empujón por la espalda haciéndole caer y cuando C.D. quiso ayudarlo se le vino encima una lluvia de patadas: las primeras en la tripa, luego en la espalda… La cosa continuó estando ya en el suelo. De vuelta con N.S, el agresor comenzó a arrastrarlo calle arriba.
El ataque acabó cuando esta pareja pudo refugiarse en el Teatro del Barrio, donde les atendieron muy bien y a cuya puerta quedó el agresor en actitud amenazante. Desde el teatro se llamó a la policía, mientras que las víctimas, «en shock», decidieron evitar todo contacto visual con esa persona y entrar a la función.
Sentados en sus butacas, la cabeza sólo les dio para, en silencio, ir asimilando lo que les acababa de ocurrir, al tiempo que les aparecía el dolor por los golpes recibidos. «Creíamos que estábamos bien, pero no era así. No teníamos sangre ni marcas externas. Solo se nos había roto la ropa, pensamos equivocadamente».
CAMINAR CON MIEDO
Cerca de dos meses después de que sucedieran los hechos, tanto N.S. como C.D siguen necesitando medicación por las secuelas físicas y, sobre todo, psíquicas que les ha provocado el relatado ataque.
«No nos sentimos seguros. Desde la agresión no nos cogemos del brazo por la calle. Caminamos con miedo», aseguran desde la cafetería cercana a Tirso de Molina en la que nos encontramos. No habían vuelto a la zona desde que sucedieron los hechos y dicen no saber cómo reaccionarían si coincidieran de frente con su agresor.
En cualquier caso, no es esa persona la que les provoca temor sino la situación generalizada de odio que creen que estamos viviendo. «Nosotros nunca habíamos tenido miedo hasta que nos ha tocado pasar por esto. ¿Estamos siendo conscientes de lo que ocurre? Ni tan sólo dentro del propio colectivo somos lo suficientemente conscientes. No sólo estamos rodeados de gente que nos odia por nuestra condición sexual sino que ahora están viniendo a por nosotros«, aseguran mientras comentan algunos casos aireados recientemente desde los medios de comunicación y se preguntan cuántas serán las agresiones diarias que se producen y que se quedan sin denunciar.
La respuesta a esta última cuestión la da, nuevamente, el informe de la Federación Estatal LGTBI, que recoge que en el último lustro sólo se han denunciado el 16,5 % de las agresiones por odio que han llegado a conocer.
«Creemos que los derechos que las personas LGTBI hemos conquistado en los últimos años están cogidos con pinzas y que hay un claro riesgo de regresión», apunta C.D, por lo que anima a denunciar y a visibilizar casos como el suyo.
De Lavapiés esta pareja destaca el «auge facha» que dicen está viviendo el barrio, algo que aseguran que les habrían comentado también algunos agentes de policía con los que trataron a raíz de su denuncia y para los que sólo tienen buenas palabras que se hacen extensibles a los agentes de Delitos de Odio de la comisaría de Leganitos, desde donde les contactaron una semana después de los hechos.
«No es que hayamos tenido la mala suerte de cruzarnos con un individuo extremadamente violento y predispuesto a la bronca, es que el carácter homófobo de la agresión queda claro desde que este individuo se baja del coche y luego nos viene a buscar expresamente a la cola del teatro y lo nuestro no es un caso aislado. Somos un número más de las estadísticas de agresiones por odio que se producen a nuestro alrededor».